¡Todo el mundo lo sabe: Marmande es la capital mundial y universal del tomate! Es parte del patrimonio regional, un saber hacer transmitido celosamente de generación en generación. Pero, ¿sabías que los tomates Marmande son tres variedades sabrosas que se diferencian por su forma?. Son ideales para preparar un rico plato de tomates rellenos. Y como has decidido traer de casa unas buenas semillas y probar a cultivarlas, aquí tienes los pasos a seguir para obtener magníficas plantas generosamente cargadas de tomates. !

Pero antes de comenzar, un poco de historia…

El tomate es una fruta originaria de América del Sur. Los conquistadores españoles lo trajeron a Europa hace unos 500 años. Los aztecas lo llamaron “Tomatl”. Pero entre nosotros le dimos el nombre científico de licopersicón, que literalmente significa "la captura del lobo".

¿Nombre gracioso que podrías decir? Pero lo cierto es que el tomate tuvo bastante mala prensa en sus inicios en el Viejo Continente. Pertenece a la familia de las solanáceas, al igual que las patatas, los pimientos, el pimentón, las berenjenas y los chiles, que son comestibles. Pero otras solanáceas son venenosas como la belladona, la datura, la mandrágora y el tabaco.

Por eso, por miedo a ser envenenados, no comíamos tomates en Francia o en Italia durante el Renacimiento (hay que decir que teníamos veneno fácil en aquella época). El tomate entonces sirvió simplemente como planta ornamental; También fue llamada la Manzana Dorada o la Manzana del Amor. ¡Finalmente nos dimos cuenta más tarde de que esta fruta se podía comer en todas las salsas! Y en el siglo XIX, el nombre "tomate" finalmente entró en el diccionario de la Academia Francesa.

Hoy el tomate está presente en todo el mundo. Hay varios miles de especies de tomates y el principal productor de tomates es la República Popular China (pero puedes imaginar que los mejores están aquí).

¡Y ahora comencemos! Por cierto, no es necesario tener buenas manos para la jardinería para cultivar tomates. Sus semillas crecen en todas partes, incluso después de la digestión en los residuos de las plantas de tratamiento de aguas residuales. ¡Así que mantén tus esperanzas y todo estará bien!

Paso 1

Primero necesitas semillas. Por supuesto, puedes comprar estas semillas comercialmente. Pero, francamente, lo más divertido sigue siendo obtenerlos directamente del tomate. Después de limpiarlas y secarlas bien, podrás plantarlas el año siguiente.

Paso 2

Alrededor de febrero, dentro de tu casa (porque es invierno y hace frío), coloca las semillas de tomate en un algodón ligeramente húmedo y coloca todo en una caja opaca, cerca de una fuente de calor. Las semillas tardarán unos 10 días en abrirse, lo que permitirá que se desarrolle un pequeño tallo verde con dos hojas diminutas y una larga raíz blanca.

Paso 3

Mientras esperas a que todos estos personitos germinen tranquilamente, prepara botellas de plástico que te servirán como mini invernaderos. Corta la botella casi por completo por la mitad hasta la mitad, guardando un poco de plástico para mantener las dos partes juntas. Llene el fondo con bolas de arcilla equivalentes al grosor de un dedo y cúbralas con agua hasta la misma altura. Agregue tierra para macetas, hasta el nivel de la parte cortada de la botella.

Paso 4

Después de unos días, se pueden cosechar las semillas germinadas. Con un lápiz, haz tres pequeños agujeros profundos en la tierra de las botellas, dejando espacio entre cada agujero. Retire con mucho cuidado las plántulas (así se llama la semilla germinada) del algodón, luego deslice la raíz blanca en el agujero hasta la parte verde. Cierra los agujeros suavemente alrededor del tallo, cierra tu botella con cinta adhesiva y colócala cerca de una ventana y una fuente de calor.

Paso 5

¡Y ahora, juega con tus pulgares durante al menos 2 meses! Por capilaridad, las bolas de arcilla empapadas aportarán agua suficiente para que las plantas se desarrollen. La botella actuará como invernadero y retendrá suficiente calor para un rápido desarrollo. Humedad y calor, ¡ese es el secreto! Opcionalmente añade un poco de agua si ves que la tierra está seca.

Paso 6

Tus plantas pronto deberían sentirse apretadas en su botella. Es hora de trasplantarlos. Elige de las tres plantas de la botella la que esté más desarrollada (o las tres si tienes suficiente espacio en casa). Retire con cuidado la planta con su terrón de tierra y colóquela en una maceta más grande. Espera a que hayan pasado las últimas heladas antes de sacarla a tu balcón o plantarla directamente en tu huerto.

Paso 7

A partir de junio todo es sencillo: un poco de agua y mucho sol. Alrededor de julio aparecerán las primeras flores. Cuantas más flores haya, más tomates tendrás. Si tus plantas tienen sed, riega solo la base del tallo, nunca las hojas para evitar enfermedades. Pronto los frutos verdes reemplazarán a las flores. Deja que maduren todos hasta obtener unos bonitos tomates rojos.

Paso 8

Régalez-vous!

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